miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuatro derechas y ninguna izquierda. Pobre Italia!

Las ratas de la crisis mundial roen los pilares que sostienen la economía del país, la desocupación se extiende día a día, pero los italianos, hipnotizados frente a la televisión, no se dan cuenta. Viven en un mundo fantástico en el que los problemas verdaderos son los inmigrantes que invaden, los asaltantes y violadores que turban la tranquilidad (también ellos extranjeros), los writers que ensucian las paredes, los enfermos terminales que, como las mujeres de algunos años atrás, ofenden a la Iglesia pretendiendo que su cuerpo les pertenece, los empleados públicos que cobran y no trabajan, los desocupados que creen que trabajar y cobrar es un derecho. La máquina infalible de Berlusconi inventó los problemas y da las respuestas, liberando a los televidentes domesticados de su único terror: pensar.

El sistema mayoritario funciona a la perfección; el gobierno llena todos los espacios comunicacionales y la oposición calla. Las pocas veces que el centroizquierda dice algo nadie se entera, salvo que apoye a la derecha (bipartisan le dicen) o se desgarre en debates internos infinitos, esos sì publicitados por la televisión. El racismo ocupa todos los espacios libres, aturde en sistemáticas campañas de odio. Si algún televidente se pasa de rosca, sale a la calle con algunos amigos y mata un extranjero de la nacionalidad de turno (ahora le toca a los rumanos) el gobierno deplora y sigue adelante.


Sería hasta aburrido, si no fuera porque esta hegemonía aplastante no es ejercida por una sola derecha, sino por cuatro. Las jugadas, los codazos, los choques y las alianzas entre las derechas sustituyen el espacio del debate político.

El centro del espectro está ocupado por la derecha neoliberal de Berlusconi. Las ideas son las mismas de lo que fue el menemismo en Argentina, con algo de lifting per adaptarse a los tiempos. La riqueza da derechos, todos los derechos, dejando a la pobreza uno solo: soñar con el consumo, usando el rectificador de sueños que es la televisión. El partido es de propiedad del jefe, inclusive en el plano legal; èl decide quién entra y quién sale, quién sube y quién baja, qué se dice y cómo se lo dice. A su alrededor hay un estrato de ejecutores, cuyas virtudes principales son la obediencia y la fidelidad, un ejército de mayordomos. El resto es una constelación de personajes locales, cada uno con sus clientes y amigos, liberados de empeños ideológicos por la crisis de la Democracia Cristiana, del Partido Socialista de Craxi, de lo que fueron el partido Liberal y el Republicano, hasta del Partido Comunista. Obedecen al Jefe, porque si no quedan afuera, y adiós puestos prestigiosos, negocios colaterales, privilegios y chicas complacientes y arribistas proporcionadas con liberalidad por el gran corruptor nacional.

A la derecha está Alleanza Nazionale, ex-fascista y monárquica, hoy partido del Orden y del Estado fielmente votado por policías, militares y espías. AN está dirigida, con mucha oposición interna, por Fini, que multiplica los actos de desmarque del viejo fascismo. Fini sabe que Berlusconi está viejo, a pesar de sus operaciones cosméticas, y espera heredar el poder a su muerte dada la inconsistencia del partido neoliberal. Sus desmarques son operaciones de cúspide; en la base Alleanza Nazionale es todavía el partido de los fascistas que, armados con garrotes (o fierros si es el caso) agreden izquierdistas, homosexuales, extranjeros y otros indeseables. Se extiende por lo tanto, fuera del frente de gobierno, hasta la Destra Nazionale de los fascistas puros y duros.


Más a la derecha (¿o a la izquierda, o arriba, o abajo?) está la Lega Nord de Bossi, un partido engañoso cuyo único contenido claro es un racismo desenfrenado, extremo, que le valió la absorción de varios grupos naziskin y neonazis que hoy enriquecen su equipo de gobierno. Pretende ser autonomista, pero ignora las lenguas y las tradiciones locales, y se inventa identidades inexistentes. En síntesis pretende autonomizar o separar la parte más rica del país, abandonando a su destino el centro-sur italiano. Una filosofía del egoísmo, que se diferencia del berlusconismo porque la riqueza que defiende no es de clase, sino de geografía. Los verdaderos ricos lo dejan hacer, porque por el momento les conviene, y porque piensan que en cualquier momento se desembarazarán de sus locuras. Lo pensaban también los industriales alemanes de Hitler.

La cuarta derecha es transversal, tiene su baluarte en 53 parlamentarios juramentados de Forza Italia y de Alleanza Nazionale, pero controla también el centro de Casini y hasta un sector del centro-izquierda, llamado “Teo-dem”. Es la derecha católica, galvanizada por el papa alemán en el integralismo y la revancha antisocialista y antiliberal. Su actual batalla apunta al corazón de la modernidad, la autodeterminación del individuo. Después de tergiversar sobre el divorcio, el aborto y el llamado “derecho a la vida” ahora habla claro: el individuo no puede tomar decisiones sobre su cuerpo (o sea sobre sí mismo) porque es propiedad de Dios. Pero la entidad divina es demasiado inmaterial como para poder reivindicar títulos de propiedad, lo hace por él la Iglesia católica, la que a su vez cede la mercadería al Estado. Recientemente un cardenal repitió, probablemente sin saberlo, la famosa frase de Hitler: los ciudadanos pertenecen al Estado. Bastaba que agregara: con la mediación de la Iglesia.


Como soy un optimista pienso que esta pesadilla de la razón es una especie de locura temporánea, que los italianos se resisten a ver la realidad de la crisis pero que saben que se les está abriendo el terreno bajo los pies. Si es así estamos al borde, en los próximos días emergerá la consciencia de la situación real, saldrán a la calle los desocupados, los precarios, las familias que no llegan a fin de mes, los jóvenes a los que les robaron el futuro. Queda por ver la forma política que tomará la nueva realidad.

¿Y el centro izquierda? Bien, gracias. Hace un año que salió a comprar cigarrillos, y todavía no volvió.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias, Miguel, por terminar la nota con un toque de optimismo. No se si el despertar esta' tan cercano como lo ves.
Por ahora, todos estamos disimulando y tratando de agarrar con alfileres la tierra que se va abriendo abajo de los pies.
Nora

Ludovico dijo...

Este está delirando? o es un comunista?!: el uso masivo de la difamación (contra los italianos en general (si no piensan como él son boludos!) y de los adversarios políticos en particula, sin excluir la palabra "neoliberal", que los zurdos brutos usan sin importarles saber si existe un presunto "neoliberalismo" o es solo un jolly propagandístico en ausencia de argumentos. La presunción idiota y el resentimiento del radical chic, la falsificación de la realidad típicas de la propaganda comunista, se encuentran en este artículo de desinformación.